02/08/2015.

Por VIRIDIANA RÍOS.

De acuerdo con los cálculos de productividad por sector del Inegi, las actividades de la burocracia mexicana han sido durante la última década cada vez menos productivas. Es por ello que, si la administración federal quiere tomarse en serio su plan de aumentar la productividad, debe de empezar en casa. Esta semana, el Tec de Monterrey puso el ejemplo de que esto es posible con proyectos de innovación y emprendimiento público.

El gobierno federal se ha fijado como una de sus principales metas aumentar la productividad. Para ello, se han creado unidades especializadas en el tema dentro de la SHCP, comités que sesionan de forma anual, e incluso se han pasado leyes como la “Ley para impulsar el incremento sostenido de la productividad (…)” que propone crear un organismo que pueda hacer recomendaciones (no-vinculantes) a los estados sobre cómo aumentarla.

Si el gobierno quiere tomarse en serio lo de aumentar la productividad, debe comenzar en su propia casa. De hecho, de los 18 sectores económicos cuya productividad ha sido analizada por el Inegi, el gobierno es el sexto sector menos productivo del país (Inegi, PTF, 1991-2013). Esto es aún muy preocupante, pues el gobierno emplea a cuatro de cada 100 mexicanos y en algunos estados, como Campeche, la cifra llega a ser de hasta ocho de cada 100 (ello sin maestros y doctores de instituciones públicas).

El problema es que se sabe muy poco sobre cómo podemos volver al gobierno más productivo. Los organismos internacionales que hacen recomendaciones en la materia son ambiguos, recomendando recortes al personal o “mejoras en procesos o tecnología”.

Esta semana, como una bocanada de aire fresco, la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey mostró que se pueden generar propuestas viables, concretas e innovadores para mejorar la productividad del sector público. Con seriedad, creatividad y arrojo, el Tec diseñó el programa Mecate, un seminario que reunió a cerca de 30 jóvenes emprendedores de 11 países para, por una semana y con un equipo de programadores a su servicio, idear soluciones tecnológicas eficientes que apoyen causas sociales y al sector público. La meta es clara: volver más eficientes labores sociales que ya realiza el Estado, o proveer a los ciudadanos con herramientas propias para ello. Las ideas fueron muchas y bien haría el gobierno en tomarlas en cuenta. Un grupo de jóvenes creó una plataforma para mapear programas de resiliencia pública y de mejora de espacios públicos de forma que se puedan crear economías a escala y presión pública para mejorar los lugares que tienen pocos programas. Otros jóvenes crearon una aplicación audible para que invidentes pueda acceder a ofertas laborales por parte de empresas locales. Las ideas llovieron, tocando temas que van desde el arte y el urbanismo histórico, hasta el crimen, la educación tecnológica y el Big Data.

Lo más destacable del ejercicio del Tec es que rompe el paradigma de que para hacer más productivo al gobierno hay que cambiarlo ampliamente y refórmalo estructuralmente.

Por el contrario, Mecate nos enseñó que con el uso de tecnologías creativas, simples y bien implementadas, las labores que hace el gobierno pueden tocar a muchos más ciudadanos y hacerlo de forma menos costosa y más eficiente. Los jóvenes nos mostraron que es posible tener un gobierno más eficiente con cambios relativamente menores.

No es secreto para nadie que México no crece porque somos muy poco productivos. De hecho, de acuerdo con el Inegi, de los cinco factores que explican el crecimiento económico (capital, trabajo, energía, materiales, servicios y productividad) el único que ha contribuido negativamente a la economía, es decir, que ha contribuido con reducir nuestra economía en vez de con aumentarla, es la productividad.

Es ante esto que ejercicios como Mecate cobran aún más relevancia. No debemos minimizar el impacto que puede tener la innovación y la creatividad en hacer de México un país con un sector público productivo que contribuya con hacer crecer a nuestro país y generar prosperidad para todos. Innovar dentro del gobierno y del sector público es sin duda un aspecto que actualmente se encuentra altamente descuidado, a pesar de su enorme potencial de cambio.

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